En un lateral de la plaza Lesseps de Barcelona se levanta un edificio que pretende humanizar el entorno con valentía, pero sin imponerse, intentando crear un contexto cálido y cercano. Es la Biblioteca Jaume Fuster, de Josep Llinás y Joan Vera, que ayer mereció el premio FAD de arquitectura «por el acierto de la implantación urbanística que abre nuevas perspectivas a la plaza, por la expresividad de la volumetria exterior y por la riqueza espacial de los ambientes interiores», según el acta del jurado que ha presidido el arquitecto Manuel de Solà-Morales.
Estos premios de ámbito ibérico que otorga la entidad barcelonesa FAD (Fomento de las Artes y el Diseño), cumplen su 48ª edición con la incorporación de nuevas categorías. La más novedosa es la dedicada a Pensamiento y Crítica, que ha recaído en el texto La disolución de la estancia, del arquitecto José Morales, una reflexión sobre la evolución de la vivienda. En la otra novedad de esta edición, el apartado de Ciudad y Paisaje, el galardón ha sido para las nuevas estaciones del metro de Oporto, proyectos dirigidos por Eduardo Souto de Moura. También se ha otorgado un accésit a la reconstrucción de una parte de la muralla nazarí de Granada, del arquitecto Antonio Jiménez Torrecillas.
En Intervenciones Breves el premio ha recaído en el proyecto Canal Accesible, de Antoni Abad, y en Interiorismo el premio se ha concedido ex-aquo a las nuevas habitaciones del hotel Les Cols de Olot, del estudio Vilalta-Pigem-Aranda, y al diseño interior de las oficinas de Hermenegildo Zegna en Sant Quirze del Vallés, de Alfredo Arribas.
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