Aunque pueda obedecer a factores genéticos y físicos, la redondez de las formas arquitectónicas, como la de los cuerpos femeninos, es, al final, una cuestión temporal. Una moda pasajera. En los últimos años, algunos de los rascacielos más osados del mundo han elegido indagar en las curvas y levantar formas fálicas. Así, han conseguido mayor presencia por esa culminación semicircular que por la altura, que era el baremo tradicional para medir el impacto de las torres. Frente al trazado rectilíneo que definía habitualmente los rascacielos, ha surgido un nuevo tipo de construcción de línea sinuosa que relaciona con mayor eficacia la ecuación altura y resistencia al viento. Ésa es una de las razones detrás de las curvas de la Torre Swiss Re, de Norman Foster, en Londres, o el rascacielos Agbar, de Jean Nouvel, en Barcelona. Y es también el factor que define la rotación de futuros rascacielos como la torre Masaveu que Alejandro Zaera diseñó para Gijón. Las espirales y los círculos son un recurso que aparece y desaparece en la arquitectura tanto en la definición de los espacios como en la decoración de los inmuebles. Y aunque desde la topografía de las cavernas primitivas hasta la arquitectura orgánica relacionen curva con entorno, en los últimos tiempos, la redondez ha reaparecido para aplicar su forma eficiente (la que encierra más superficie en menos perímetro) a plantas y alzados de todo tipo de edificios.
En España, Emilio Tuñón y Luis Moreno Mansilla llevan años trabajando esa idea. La ensayaron en el proyecto para el Ayuntamiento de Lalin y en enero empezarán a construirla en el CICCM (Centro Internacional de Convenciones de la Ciudad de Madrid), una especie de sol naciente que han ideado con Matilde Peralta. Frente a esa tendencia que redondea la arquitectura, elementos de la vida cotidiana tradicionalmente circulares han empezado poco a poco a cuadrarse. La moda comenzó en los baños. Pocos arquitectos se han resistido a los lavabos e inodoros cuadrados. Pero parece que la moda va a más. El arquitecto holandés Wiel Arets la ha llevado hasta las tazas. Su taza Cup.it, producida por Alessi, ha convertido tomarse un espresso en un reto. Tratar de beber en una taza cuadrada es un ejercicio que exige estrategia, concentración y, en última instancia, azar. Un diseño de estas características recuerda a la antigua ambición que perseguía lograr nada menos que la cuadratura del círculo. ¿Para qué? Ése es otro asunto.
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