Ysios (Laguardia, Álava)
Santiago Calatrava
Proyectada por el arquitecto Santiago Calatrava, la bodega Ysios se adapta al paisaje con su perfil sinuoso y la ondulada
esbeltez de una cubierta laminar en aluminio que se recorta sobre la sierra de Cantabria.
Una visita guiada permite recorrer la sala de barricas de la bodega Ysios, en cuyo interior también quedan subrayadas las
líneas sinuosas que caracterizan el proyecto.
Finca Bell-Lloc (Palamós, Girona)
RCR
El estudio RCR Aranda Pigem Vilalta Arquitectes proyectó esta bodega donde se integran planchas de acero paralelas que se
inclinan en diferentes direcciones en la superficie dando una original forma dinámica al conjunto.
«Bajo tierra surge un laberinto de pasillos subterráneos, oscuros, aislados, frescos y dotados de una climatización
controlada. Nos adentramos en el mundo de las sombras. A través de las rendijas que quedan entre las planchas, la tierra y
las piedras, la luz dibuja espacios, creando un camino de sutiles brillos». Así se describe la arquitectura de Bell-Lloc,
bodega integrada en una finca que cuenta, además, con hotel.
Montepedroso (La Morejona, Valladolid)
Francisco Varela
La bodega Montepedroso, en Rueda, con una planta de 103 por 12 metros, se proyectó con una zona de elaboración soterrada para
evitar alturas excesivas sobre la línea de borde de la meseta. Apenas se modificó la topografía existente.
Todo el edificio se resuelve con hormigón, acero, vidrio y ladrillo. “Su interior, a base de contrachapados de roble y
lacados blancos, repiten el lenguaje exterior”, explica en la memoria del proyecto el autor del edificio, Francisco Varela.
En la foto, la sala de catas.
Señorío de Arínzano (Arínzano, Navarra)
Rafael Moneo
El proyecto de Rafael Moneo para esta bodega integra tres edificios históricos: el llamado palacio de Cabo de Armería (con
una torre de sillería de 10 metros), una pequeña iglesia neoclásica dedicada a San Martín y una casona del siglo XVIII. Las
construcciones nuevas se han proyectado con muros de hormigón abujardado y labrado para que se asemejaran a la pátina de la
piedra.
Un gran ventanal hacia los viñedos y las construcciones históricas en una de las salas de la bodega Señorío de Arínzano (del
grupo Chivite), proyectada por Rafael Moneo.
Campo Viejo (Logroño, La Rioja)
Ignacio Quemada
Se trata de una de las mayores bodegas de crianza de Europa, un gigante que, sin embargo, logra mimetizarse con el cerro
testigo sobre el que se asienta. «Los edificios de oficinas y visitas se sitúan sobre el viñedo a modo de château mientras
que la bodega se construye haciéndose parte del cerro, a la manera de una obra de ‘land art’, quedando oculta desde el
viñedo», explica en la memoria el arquitecto Ignacio Quemada, que trabajó en sus inicios con Rafael Moneo.
La sala de barricas de la bodega Campo Viejo, atravesada por una esbelta escalera. Enterrar parte de la bodega permitió al
arquitecto conseguir de manera natural las condiciones idóneas para la elaboración y crianza del vino, aunque destaca también
que «ayuda también a acercarse, con maneras actuales, a la experiencia arquitectónica de las bodegas tradicionales: espacios
oscuros, serenos, muy marcados por la forma y textura de las paredes, por las escasas entradas de luz exterior».
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