Aún no es una tendencia, ni por descontado una moda, pero parece que al jurado del premio FAD (Fomento de las Artes y del Diseño) de arquitectura de este año «se le abre una puerta» hacia un tipo de arquitectura más respetuosa con el paisaje. Las dos obras ganadoras en los apartados de Arquitectura y de Ciudad y Paisaje serían, cada una a su manera, un reflejo de este cambio. En el primer caso el premio ha recaído en la obra de un joven arquitecto portugués, Joâo Maria Trindade por la Estación Biológica de Garducho, en Mourâo (Portugal).
Como resalta Arcadi Pla, presidente del jurado, la enorme masa del edificio destaca de forma contundente en medio de la reserva natural en la que está situada. «Pero lo interesante es que el edificio se levanta sobre el suelo permitiendo el paso de la naturaleza y de la fauna», dice Pla. «Se convierte así en una especie de árbol desde el que observar y al tiempo acoger a la propia naturaleza». La obra ganadora del segundo apartado, el denominado Ciudad y Paisaje, pretende en cambio minimizar la presencia de la construcción y opta por trabajar principalmente con los flujos de agua y la variación de la flora. Se trata del Parque de las Aguas de Zaragoza, de los arquitectos Iñaki Alday y Margarita Jover, que para el jurado es un «proyecto emblemático en la sostenibilidad de la solución paisajística adoptada» en esta recuperación del terreno abandonado de un meandro del río Ebro que se ha convertido en una zona lúdica y pedagógica.
Los premios, que ayer se concedieron en Barcelona, también han valorado en el apartado de Interiorismo al restaurante Gastromium de Sevilla, de Francesc Rifé, por la manera «original» en la que transforma «mediante geometría, espejos y luz» los anodinos bajos de un edificio en un acogedor restaurante de cocina de autor. Y en el apartado de Intervenciones efímeras, el galardón ha recaído en la atracción Miramiralls, una instalación lúdica con espejos deformantes que realizó en el parque del Tibidabo de Barcelona el equipo de Dani Freixas
A esta 51 edición de los premios FAD, que no tienen dotación, optaron 522 obras, el record de su historia. De ellas, en junio fueron declaradas finalistas sólo 27. «Ha sido una selección muy reducida, pero pensamos que refleja lo que está pasando ahora. Empieza a vislumbrarse hacia dónde irá la arquitectura del futuro», señala Arcadi Pla. «Aparece en muchas obras esta relación más estrecha y respetuosa con el territorio y más allá de la sostenibilidad del propio edificio, hay un cambio de filosofia en la manera de entender dónde se sitúa la arquitectura en el paisaje. La huella que deje tendrá que ser más suave».
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