«Sólo la arquitectura comprometida con el medio ambiente está en condiciones de sobrevivir al futuro». Así de contundente se mostró ayer el arquitecto estadounidense Steven Holl (Washington, 1947) tras conocer que había sido el ganador del I Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento de las Artes, dotado con 400.000 euros. El crítico de música clásica Reinhard Bremeck, presidente del jurado, justificó el fallo señalando la forma en que Holl ha sido capaz de conjugar el espíritu de vanguardia con las necesidades sociales del edificio y el entorno ambiental.
En su decisión, el jurado valoró también el lenguaje propio del artista, así como la identidad reconocible en todas sus obras públicas o privadas. Estos premios nacen con la vocación de convertirse en los segundos más importantes del mundo, después de los Nobel.
Autor de una ingente obra en la que la abstracción se levanta con un absoluto respeto hacia el entorno, Holl aseguró ayer a través de videoconferencia que la obra que mejor define su forma de entender la arquitectura es el Museo de Arte Contemporáneo Kiasma, en Helsinki (Finlandia), realizado en 1998, un edificio que recuerda la esencia de la obra de Oscar Niemeyer. En el mundo de Holl, la luz tiene un protagonismo fundamental: divide los espacios y traza las líneas.
Satisfecho y contento de ser el primer artista que gana este premio, Holl manifestó que frente a la crisis económica actual sólo quedará la arquitectura comprometida con el medio ambiente. Según él, el futuro -el presente, ya- no puede dar cabida a los arquitectos estrella o a aquellos creadores que sólo atienden al capricho puramente formal. Los arquitectos, en su opinión, se enfrentan a tres retos importantes.
Sostiene Holl, en primer lugar, que en un mundo cada vez más privatizado hay que pensar en espacios públicos. El segundo punto tiene que ver con el medio ambiente: no debe haber ni una sola agresión al entorno y, además, hay que pensar en que las fuentes de energía se agotan y debemos aprovechar lo que tenemos. El tercer aspecto trata de la memoria del lugar en el que se construye el proyecto. Ahí es donde piensa el artista que brota la poesía y la capacidad de emocionarnos.
Durante 30 años de trabajo, Holl ha podido construir edificios en muchas partes del mundo. Estados Unidos, el norte de Europa y, ahora, parte de Asia, son las zonas en las que más ha intervenido. En España no hay forma de seguir su huella. Lo más próximo es el Museo de los Océanos en Biarritz, en el País Vasco francés. Steven Holl, con una formación artística esencialmente europea, concluyó hablando de la importancia que tiene la interrelación de todas las artes: «La música, la plástica, la literatura tienen que ir ligadas siempre a la arquitectura».
El jurado estuvo integrado por los compositores Helmut Lacheman y Luis de Pablo; los arquitectos Antón García-Abril y Ramón Sanabria; el director del departamento del Festival de Música de Donaueschingen, Armin Köhler; el crítico de arte Richard Whitehouse y el director del sello musical Neos, Wulf Weinmann.
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