Las retículas se están quedando obsoletas. Más allá del orden, las fachadas buscan otra expresión. Y la cartesiana de los edificios modernos no les parece a muchos arquitectos el mejor espejo de nuestro tiempo. Los suizos Herzog & De Meuron acaban de inaugurar el Tenerife Espacio de las Artes (TEA) con una fachada de hormigón perforada por 1.200 vanos acristalados de 720 medidas distintas. Los agujeros evocan la porosidad de las piedras volcánicas, pero también imprimen dinamismo y distribuyen la luz natural.
No están solos los suizos taladrando las fachadas. El precursor de esta estética gruyère podría ser el japonés Toyo Ito, que ya ensayara las fachadas perforadas en el teatro Matsumoto en Nagano, o en el más reciente rascacielos levantado en Ginza, el barrio más chic de Tokio, para la firma de perlas cultivadas Mikitomo. Ito parece dispuesto a apostar ciegamente por este velo organicista que rompe la rigidez de las cajas urbanas al tiempo que termina con la relación entre fachada y estructura del edificio, un clásico de la modernidad. El rascacielos de Mikimoto, por ejemplo, deja ver los forjados por entre sus ventanas agujereadas. Así, una abertura puede mostrar los pies de quienes trabajan en una planta y el techo de la de abajo. Esta fachada de cómic cambia, radicalmente, la arquitectura de Ito. Él lo explica en una monografía que la editorial Phaidon publicará a principios de 2009. De un lado, se hartó de la levedad de sus primeros inmuebles. De otro, hoy le parece más sugerente ocultar la tecnología. Así, describe la piel de acero perforada de su rascacielos asegurando que «como Ginza es un barrio muy sofisticado, quise darle un aire primitivo». Esa fachada primitiva de la que habla es, en realidad, sumamente sofisticada. Para que en una piel de acero perforada no se aprecien las juntas, el trabajo de operarios y artesanos debe ser de una precisión de orfebre.
Ito asegura que fue el proyecto para la Mediateca de Sendai el que lo condujo hacia la arquitectura más sensual que busca hacer hoy «para acercarse a la vez a la gente y a las ciudades». Los agujeros de estética manga los ha llevado también al edificio que ideó para la Feria de Barcelona. «Los orificios imprimen ritmo y están más cerca del ciudadano que las líneas rectas», dice. Con los boquetes, suizos y japonés coinciden en un mismo anhelo: experimentar huyendo de esquemas cartesianos.
«La suavidad y la ironía tienen un lugar en la arquitectura actual», dice el japonés. La biodiversidad y la imagen pixelada de un paisaje es la versión, entre matérica e informática, de los suizos. ¿El resultado? Recuerda a Los Picapiedra: edificios de geometrías precisas envueltos en todo tipo de agujeros.
Categorías
-
There is nothing to show here!Make sure to add slides to the slider